Publicado el: 16 June 2025 at 07:30
Por el equipo editorial de Alerta Local
Los primeros datos recogidos por las estaciones de medición ambiental en el centro de Málaga indican una mejora significativa en la calidad del aire tras la aplicación de restricciones al tráfico en varias zonas clave. En concreto, los niveles de dióxido de nitrógeno (NO₂), uno de los contaminantes más vinculados a los vehículos, han descendido un 22% en comparación con el mismo período del año anterior.
Las medidas, que incluyen la peatonalización de calles como Calle Comedias, Álamos y parte de Carretería, así como limitaciones de acceso para vehículos privados en horario comercial, forman parte del Plan Málaga Respira, impulsado por el Ayuntamiento en el marco de su estrategia de sostenibilidad urbana.
Según el informe preliminar elaborado por la Agencia Andaluza de Medio Ambiente, la reducción de emisiones ha sido más notable en las horas punta, coincidiendo con el descenso del tráfico motorizado. Además, se ha observado un aumento del uso de medios alternativos como la bicicleta y el transporte público.
“Estos resultados nos muestran que intervenir en la movilidad urbana tiene un impacto directo y positivo en la salud ambiental de la ciudad”, indicó Esther Sánchez, portavoz del Observatorio de la Calidad del Aire. “Es un buen indicio de que estamos avanzando en la dirección correcta.”
El estudio también señala una mejora en la percepción de la ciudadanía. Encuestas realizadas entre residentes del centro histórico revelan que el 68% considera que las calles son ahora más seguras, tranquilas y agradables. Muchos destacan también una reducción del ruido y un mayor disfrute del espacio público.
Los comerciantes, sin embargo, presentan opiniones divididas. Mientras algunos reconocen que hay mayor tránsito peatonal y visibilidad, otros temen que la restricción de acceso en coche disuada a clientes habituales. El Ayuntamiento ha anunciado la creación de zonas de carga y descarga específicas para facilitar la actividad comercial.
El impacto sobre el sector turístico también ha sido objeto de estudio. Las rutas guiadas y actividades culturales al aire libre han aumentado su presencia en estas zonas, aprovechando la nueva configuración urbana. “Los visitantes agradecen poder caminar sin coches alrededor”, comentó un guía local.
A nivel técnico, se han instalado sensores adicionales para continuar monitoreando la evolución de la calidad del aire y detectar posibles focos de contaminación residual. Estos dispositivos permiten obtener datos en tiempo real y ajustar las políticas de movilidad de forma más eficiente.
Desde el consistorio malagueño ya se plantea extender las restricciones a otros barrios del casco urbano, incluyendo zonas de La Trinidad o El Perchel. Para ello, se prevé un proceso participativo donde los vecinos puedan aportar sugerencias y expresar sus inquietudes.
La experiencia de Málaga podría convertirse en un modelo a seguir para otras ciudades medianas del sur de Europa. La combinación de datos científicos, voluntad política y colaboración ciudadana parece estar dando frutos concretos en la lucha contra la contaminación atmosférica urbana.